Raf me recomendó a un tal Roberto, argumentando sería un clásico, (o quizá ya lo es - escribió telefónicamente hace algunos días-). Lo tomé en cuenta. Al llegar a la librería y preguntar por su obra voltea un viejo de unos 70, de acento sudamericano y ordena a un vendedor : Pásale 2666. Un libro grueso, caro, demasiado caro para aventurarme por primera vez en un autor . Pedí otro pero él insistió: no hay otro, ese es " el libro de Roberto" sea el primero o el último que leas de él. Me reí y platicamos un poco. Me contó de su llegada al DF desde Chile (la del librero) y de su amistad con Roberto Bolaño, de su hábitus esquizoide y de su lectura constante, más constante que su escritura. La plática continuó hasta mi pregunta: Y por que morir tan joven? de que murió? -El librero contestó sin dar muchas vueltas:
L: De desatención.
V: eh?
L: si, de desatención.
V: estaba enfermo? (alcohol? sida? drogas?cancer?- pensé-)
L: no, se pasaba el día y la noche fumando, tomando coca-cola y escribiendo, sin acordarse de nada más..... murió de desatención.
Compré el libro.
Tu crees que las cosas son como las ves?, tal cual? sin mayor problema? sin preguntas? No - dijo Harry Magaña- siempre hay que hacer preguntas . Correcto, -Dijo el policia de Tijuana- Siempre hay que hacer preguntas, y siempre hay que preguntarse el porque de nuestras propias preguntas, al primer descuido nos dirigen a lugares a donde no queremos ir.
(Bolaño 2666)